viernes, 28 de diciembre de 2007

Silencio prenavideño

Este silencio de días es navideño. Bueno, más bien prenavideño. Cambiaron mis planes. Lo que en principio iban a ser tres semanas de trabajo intermitente con viajes AVE pa´rriba AVE pa´bajo se ha convertido en un SMS a mi jefa: ¿sería mucho problema si no vengo la semana que viene? ¿verdad que no? me quedan días aún...

Desde hoy viernes hasta el 7 de enero estaré en Córdoba. Si mis dedos no me fallan, ¡¡¡diez días de vacaciones!!! Teniendo en cuenta el nivel de trabajo que he sufrido desde septiembre, esto es una auténtica bendición.

Y para colmo, la Nochevieja, que promete una densidad de emociones amistosas muy intensa…

Aprovechando que le hemos regalado a mis padres un portátil, algo sabréis de mí estos días. No creo que La Semana Fantástica se vaya de vacaciones también hasta el 7.

Esto es sólo un post informativo. Son las 8 de la mañana, pero una mezcla de nervios (esta vez hacia bien; no puedo contar nada pero… ¿cambios en 2008?) y emoción infantil de día previo a las vacaciones me han desvelado.

Si no nos vemos antes, Feliz Año Nuevo.


viernes, 21 de diciembre de 2007

Escribo porque no consigo ser feliz

"ESCRIBO PORQUE NO CONSIGO SER FELIZ."
(La maleta de mi padre, Orhan Pamuk)

La frase se redondea con la que la sigue: Escribo porque no consigo ser feliz. Escribo para ser feliz. No he leído aún el libro, aunque lo tengo (una de las mejores cosas que te pasan cuando trabajas en una revista literaria es que te mandan muchos libros gratis; una de las peores cosas que te pasan cuando eres tan subnormal como yo es que te dejas en la mesa del curro un viernes el libro que querías leer ese fin de semana). La frase se la robé a Félix Romeo, ladrón a su vez de Pamuk, en su recién estrenada nueva sección de libros en el ABCD, que sigue siendo el mejor suplemento de cultura de los periódicos españoles, los sábados con el ABC (lógicamente), a pesar de que Babelia haya engordado y ganado puntos. El librito está compuesto por discursos que Orhan Pamuk ha dado recientemente en agradecimiento a varios premios (Nobel incluido).



Yo la verdad es que no sé para qué escribo este blog, pero me tranquiliza saber que es algo inherente a la mayoría de los blogs. Comunicación, eso está claro. Como escribía Vicente Verdú el domingo pasado en El País Semanal, (madre mía, devoro prensa) nunca antes habíamos estado tan interconectados con tantas personas, pero ojo, puede llegar el momento en el que las relaciones virtuales y sus variantes acaben por sustituir por completo a las reales… Lo cierto es que a mí no me asustan. Por un lado, la cibercomunicación nos abre experiencias impensables en otros canales. Por otro, es un primer paso hacia relaciones “tradicionales”. A riesgo de repetirme, quiero remarcar que no pretendo decir que lo primero lleva a lo segundo. Ambas experiencias me parecen buenas, apetecibles y recomendables.

Y yo que pensaba que debía escribir un post navideño, acabo aquí metiendo la chapa… Voy a acabar de meterla poniendo el párrafo completo del Orhan Pamuk. ¿A que dan ganas de salir corriendo a por el libro, aunque haya que forzar la puerta de la oficina?

"Escribo porque la vida, el mundo, todo, es increíblemente hermoso y sorprendente. Escribo porque me resulta agradable verter en palabras toda esa belleza y esa riqueza de la vida. Escribo no para contar una historia sino para crear una historia. Escribo para librarme de la sensación de que hay un sitio al que debo ir pero al que no consigo llegar, como en un sueño. Escribo porque no consigo ser feliz. Escribo para ser feliz."

domingo, 16 de diciembre de 2007

Sacar del armario (el esmoquin)


Hacía ya tiempo que tenía ganas. Las costumbres cambian, a veces para mejor, pero en otras cosas está claro que hemos perdido… Estoy hablando de moda. Me encantan los esmóquines. Cada vez que veo una de esas fiestas de cine en California, o las noches de la Vanity Fair, o aunque sea una recepción coñaza del Rey en Zarzuela, y contemplo ese desfile de esmóquines, me corroe la envidia. Y mira por dónde en una tarde de sábado en la que me encontraba desolado por tamaña desgracia, mi madre me dio la alegría del mes: hijo, tu padre tiene un esmoquin precioso… Hace poco más de treinta años, lo de ponerse esmoquin en España no tenía tintes de disfraz. La noche grande de las ferias (al menos las andaluzas), una cena de gala o una fiesta un poco más elegante de lo normal, y hala, pajarita. Por supuesto, la conversación acabó en sacar la prenda del armario y La Semana Fantástica probándosela… En el chaleco, una fecha: 1-X-1971. La chaqueta, perfecta. El pantalón, muy grande. Pero arreglable…

La segunda parte de esta historia con final feliz viene de la mano de Rosa, una de esas amigas mías que nunca leen el blog. La semana pasada fue su 31 cumpleaños, y no se le ocurrió mejor idea que montar una Fiesta Alfombra Roja. Pues eso, una fiesta en un local en el que uno podía ir vestido como gustase, pero los más elegantes serían bien tratados. Y ahí fuimos una buena colección de nostálgicos de la etiqueta a emborracharnos… pero con elegancia. Con la inestimable ayuda de los arreglitos de última hora de Andrés (te veo en el recreo), allí que me planté.

El testimonio, aquí abajo. Qué alegría que existan los Zaras, H&Ms, Pull and Bears y demás tiendas democratizadoras (no hace tantos años, encontrar prendas para hombre que se saliesen del jersey liso sin tener que comprar ropa de diseñadores era una utopía), pero qué bien que volviesen aquellos tiempos de fajines y zapatos de charol…
















jueves, 6 de diciembre de 2007

La mujer del pan envejece

"LA MUJER DEL PAN ENVEJECE."
(Envejece, Els invertebrats, Refree)

No me riñáis, no me riñáis porque lleve tantos días sin escribir, pero a deberes varios, fines de semana fuera, amigos que llegan y te alegran (gracias por llamar al telefonillo, por compartir vasos que se derriten y camareros malgeniados, Antonio) y un poco de cabreo de 9 a 7 de la tarde me impedían llegar a este espacio de triángulos verdes y amigos como se merece: con ganas. Hoy las tengo.

Refree es un grupo compuesto por Raül Fernández, que compone canciones en casa, se busca buenos músicos que rodeen la belleza que es capaz de sacar de su redonda cabecita y publica discos. Ya van tres. El último se titula Els invertebrats y en él está esta canción:



Bien por lo que envejece. Aplaudo a los que envejecen y lo saben. A los que envejecen y no lo maquillan. A los que tienen miedo pero no se quedan parados por eso. Pero más aún a los que cantan y hablan de los viejos. La mujer del pan envejece, pero sus baguettes siguen estando igual de calientes cada mañana. Pau envejece, pero sus ganas de encontrar novia van a más. Los gatos también envejecen. No me acostumbro a eso que hace años me dijeron, no quise creer y he acabado creyendo. Eso de que las maquinitas que compramos están diseñadas para durar más o menos diez años. Las cadenas de música, los DVD, la tele, la lavadora (bueno, éstas un poco más). Me entristece tanto cada vez que llamo a un servicio técnico y me dicen lo de “no merece la pena, el arreglo le va a costar más que comprarse uno nuevo… Cómpreselo, hágame caso”.

Yo, mientras pueda arreglar las cosas, las arreglaré.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Ya hace frío

(Últimamente no escucho frases que puedan encabezar el blog... espero que no os importe que ponga las mías.)

Ya hace frío. Por fin. La verdad, las estaciones hacen con nosotros lo que quieren, pero también nosotros lo que queremos con ellas. Recuerdo días de lluvia que me han metido en una burbuja lenta y triste, por el simple hecho de que caía agua del cielo (¿podemos ser más absurdos?). También tardes en las que un sol fuera de temporada me puso de buen humor hasta la noche, al menos. Este invierno, mira tú por dónde, necesitaba que llegase el frío. Ha sido volviendo del gimnasio, con ese iPod que, según moronda, hace que la calle sea una prolongación de la casa (¡bravo por las imágenes que hacen más cómoda la realidad!), en el que una vez más escuchaba la banda sonora de Shortbus, una de las cosas más bonitas que se pueden comprar con forma de disco. Os pongo aquí el final de la peli, con un temazo de Scott Matthew (si no la has visto, da igual, no te voy a descubrir nada, se trata sólo de un fin de fiesta apoteósico en el que uno empieza llorando y acaba en orgasmo):





Y he ahí que me he dado cuenta de que por fin puedo pasar página al verano. Ha hecho falta que el termómetro se acercase al 0 para que yo le pegue la patada a todo eso que no fue como yo quería, imaginaba o me habían hecho esperar. Tengo mala memoria, de siempre, y la voy a aprovechar para que todo lo que ha ocurrido mientras hacía calor se vaya. Ya. Por fin. Hace frío. Bienvenidos al inviernos, fantásticos semaneros.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Un hombre pone el pie en la calle

Un hombre pone el pie en la calle cada mañana, a las 9, y desde ese instante, en ese salto que da la suela del zapato, entre el escalón del portal y la sucia acera, queda indefenso.

Cueva, cama, refugio, viaje, playa urbana, dormir, reírse, libros, un teléfono fijo, lentitud, familias, tiempo…

Cielo, autobuses, ruido, prisas, me pisan, frío, periódicos para no leer, móviles, el DIA, fritanga, policía, papeles, colas, más prisas…

Todas las mañanas lo pienso. Es un segundo, una pequeña crisis diaria que pronto se va, pero ahí está, acechando en el escalón. Podría haber escrito lo contrario, calle por casa y viceversa. Será que hace frío ya, por fin.

domingo, 11 de noviembre de 2007

¡Qué manía tienes!

"-¡QUÉ MANÍA TIENES!
-SE LLAMA INSTINTO, SEÑORA"
(Una anciana en Atocha. Un transeúnte perplejo)

Una anciana pasea su caniche (blanco por el lomo, sucio en los bajos) por la glorieta de Atocha. Desde lejos veo que habla con él. De cerca compruebo que más bien le grita. El perro intenta con esfuerzo acercarse a los rastros secos que otros perros han dejado en las esquinas, pero ella se lo impide con un tirón de correa detrás de otro. “¡Qué manía tienes!”, se queja la susodicha. “Se llama instinto, señora”, susurra alguien que pasa a su lado. Ese alguien soy yo.

Hace diez minutos que ha ocurrido esto, en esta tarde-noche de domingo después de un par de días en Canarias. Qué raro es este país en el que los reyes mandan callar a gritos a los presidentes (presidentes bocazas y coñazo, desde luego), en unas ciudades estamos con la calefacción puesta para pasar la tarde y en otras se tuestan al sol. Porque yo ayer estaba en bañador en la playa, secándome al lorenzo después de un bañito… dándole vueltas al coco. Y es que la frase de Pi que encabezaba mi último post parece que ha funcionado como un presagio. Los hombres siguen mareándome. Mira que decía yo que volvería a enfangarme… Pues ahí estoy, intentando entender por qué a un individuo le resultas interesante un día (el que te conoce) y al segundo ya no. ¿Será que cambiamos tanto en 48 horas…? ¿O que el mareo de perdiz se ha convertido en el deporte favorito de los treintañeros de principios de siglo? ¿Acaso son los engaños que nos montamos en la primera cita, que se desmoronan en la segunda?

En fin. Ni me cabrea ni me entristece. Me deja perplejo. Somos como ese perrito de Atocha. Ese instinto que nos lleva a acercarnos una y otra vez a los rastros de desconocidos. Ay, me hace falta una viejecita que me tire del collar un poco…

lunes, 5 de noviembre de 2007

¡Putos hombres…! Pero cada vez me gustan más

"¡PUTOS HOMBRES...! PERO CADA VEZ ME GUSTAN MÁS."
(Pi, de vuelta de Ávila)

Mi querida amiga Pi (a la que muchos conocéis como No me gusta el cardhu) y un radiante sol de otoño me han regalado un puente de los Santos muy bonito. De los cuatro días decidí pasar dos en Madrid y dos fuera, algo que ya he hecho varias veces en los últimos puentes y cada vez me gusta más. Disfrutas tu casa y tu ciudad como no es posible en la rutina diaria, y también te oxigenas al abrigo de un amigo y otra ciudad. De mi amiga Pi no hablaré, porque ella ya lo sabe bien y sé que leerá esto y me da corte. De Ávila diré que tiene todo el silencio, la Historia y la belleza que bastan para que me enamore de ella.

Cuando No me gusta el cardhu y La Semana Fantástica se juntan hablan de muchas cosas, pero sobre todo de amoríos y desvaríos erótico-sentimentales. O sea, de hombres. De ilusiones y desilusiones cibernéticas. De la imposibilidad de saber qué piensa y cavila el que tenemos en frente (o, preferiblemente, al lado en la cama). De las marcas que una historia te deja, y que tal vez no queremos percibir. De las diversiones que duelen y de las que nos salvan. De los veranos que pesan… y la forma de darles una patada en la espinilla.

Y así, entre cafés, una visita al Valle de los Caídos (del que debería hablaros un día… es la bomba), compras en el Xanadú (del que también debería contaros… es la bomba lironda) y películas malas en la tele (La pasión turca, me niego a hablar de ella) teorizamos y teorizamos… Todo para qué, para volver a caer en lo mismo en cuanto doblemos la esquina. Creemos que dominamos un poco nuestros actos… pero no. Volveremos a meternos hasta el cuello en el barro, seguro. Y bien a gusto nos mancharemos.

Al final, todo se resume en la frase que se le escapó a Pi mientras conducía, después de un largo speech sobre superaciones personales y otras vainas. ¡Putos hombres…! Pero cada vez me gustan más. Pues eso.

viernes, 26 de octubre de 2007

¡Arthur, Arthur!

"¡ARTHUR, ARTHUR!"
(Patti Smith en La Casa Encendida)

Se salió Patti. Y no lo tenía fácil. En un lugar tan impersonal y frío como La Casa Encendida, con un público en el que predominaban petardas gestoras culturales de falda laquemepongosiempreenlasinauguraciones y aforo a menos del 50%. Inauguraban una exposición sobre Arthur Rimbaud (Vida y hechos de Arthur Rimbaud) y en la invitación se leía Lectura de poemas por Patti Smith. Yo, como buen rabioso que soy, pensaba “uy, saldrá, recitará un par de poemas cortos y a cobrar”. Qué guapo que estoy callado a veces… Aunque para guapo el Arturito... Mirad, mirad:


Si fui fue porque María y Doménico me invitaron y porque Dani, un nuevo amigo, tenía aún más ganas que yo de ir. Después de recorrer la exposición –pequeña pero matona- y de ver a Patti salir y entrar de la sala un par de veces con ojos de pato asustado (luego entenderíamos que era sólo emoción), nos juntamos en el patio 30 o 40 personas. Supongo que muchos, al recibir la invitación, fueron tan mal pensados como yo…

Patti Smith supo demostrar cantando y leyendo que Rimbaud no es un escritor que le gusta. Es mucho más. Forma parte de ella. Y eso me conmovió. Se escucharon versos del homenajeado, claro, pero mezclados con textos varios y canciones unidos todos ellos… ¿por qué? Por una potente sensación de que es posible comunicarse a través de la arte, de que a veces el orden de los siglos salta por los aires (el XIX va después del XXI) y de que un hombre solo escribiendo puede llegar más lejos que ninguna otra fuerza en el mundo.


De allí salimos engrandecidos. Luego hubo cigarros, charla, chopitos, revuelto de champiñones, luna llena y un beso en Neptuno. Y es que ya lo dijo ella en el escenario: Be careful…

Viva Rimbaud (¡Arthur, Arthur!, gritaba Patti), viva la Smith y viva toda esa gente nueva que aún se nos cruzará por el camino.

martes, 23 de octubre de 2007

Hoy estoy de un humor muy raro

"HOY ESTOY DE UN HUMOR MUY RARO. TENGO UNAS GANAS LOCAS DE VIVIR."
(Un hombre que se ahoga, Daniel Veronese. Teatro María Guerrero, Madrid)

La frase la escuché hace semanas, en el teatro, con moronda sentada en la butaca de al lado. Es de Un hombre que se ahoga, la obra de teatro que representan en estos momentos en el María Guerrero y que, si estás en Madrid, no deberías perderte. Hacía mucho tiempo que no veía tanto actor bueno junto. Son todos argentinos, dirigidos por Daniel Veronese, y la obra es una adaptación libre de Tres hermanas de Chejov. Tan libre, tan libre, que son tres hermanos. Una historia de familia, de ilusiones frustradas y, más aún, de qué hacer cuando aún queda algo de esperanza.

Lo cierto es que no tengo unas ganas locas de vivir, pero sí que últimamente mi humor no es todo lo estable que solía ser. De eso he presumido siempre, mis amigos más viejos lo saben, de mantener una línea sin muchos altibajos en el perfil de mi ánimo. Pero no ahora. El ritmo acelerado del trabajo, la tristeza que afecta en estos momentos a algunos de mis amigos y la mía propia que el verano (por más que quisiera negarlo) me ha dejado son las culpables.

Quizá sea necesario que llegue por fin el frío y tengamos que sacar la ropa de invierno. Quizá sea el momento de empezar a mirar hacia otro lado, el que tenga más luz. Ese día, tal vez a media mañana, empiece a sentir algo extraño alrededor. Algún comentario cruzado, una risa a destiempo, dos minutos extasiado mirando una esquina… Entonces será cuando lo diga. Hoy estoy de un humor extraño. Tengo unas ganas locas de vivir.

viernes, 19 de octubre de 2007

Gracias por comprar en Carrefouronline

"GRACIAS POR COMPRAR EN CARREFOURONLINE"
(www.carrefour.es)

Sí, ésta es la mejor frase que he escuchado hoy. Después de unas cuantas vicisitudes por los supermercados on line (una hora llenando la cesta virtual resulta que ¡uy! con esa tarjeta no puedes comprar, después de otra hora en el Mercadona resulta que ¡uy! no repartimos en su calle) lo conseguí. Además no me cobraron nada por el envío, por no sé qué fallo en los envíos de la semana que viene, para compensar... Esta tarde ha llamado un bakala a mi puerta y me ha llenado la cocina de bolsas llenas de tesoros. Yo, acostumbrado a jugar al tetris con lo que traigo del Ahorramás metido en el carrito que me regaló Mercedes, me he visto con aires de ingeniero casero para lograr que todos esos tetrabriks, cajas inmensas de cereales, latas mil y caprichos varios cupiesen en mi minicocina… Pero lo he conseguido.


Es viernes por la tarde, el momento más feliz de la semana junto con el sábado por la mañana cuando me compro El País y el ABC (cosas mías). Voy a ir al teatro a ver Happy Days, de Beckett, en el Matadero. Después a La Cuisine, las fiestas de rollo bollo que monta mi amiga Rosa. Y luego me espera mi casita con un surtido inabarcable de desayunos, comidas y meriendas. Creo que no hace falta explicar que el humor me ha cambiado radicalmente respecto al último post, pero he de decir que no es sólo gracias a Carrefouronline. Ayer salí del curro a las 8:30 (mi hora es las 7), hace meses que no recuerdo abandonar mi oficina tan tarde, y sin embargo… estaba feliz.

No es el que hombre sea un ser contradictorio, es que no hay Dios que lo entienda…

martes, 16 de octubre de 2007

Nothing really matters

"NOTHING REALLY MATTERS"
(Nothing really matters, Los Super Elegantes)

Que nada importe. No al menos más de la cuenta. Son días de cansancio para mí. Trabajo intenso, de 9 a 7 no hay tiempo de ni charlar 5 minutos con el de la mesa de al lado. Debo ponerme esta canción de Los Super Elegantes de vez en cuando, pero es que ni tiempo de darle al PLAY me dejan…



La vida empieza a las 7 de la tarde.

¿Es mejor un trabajo que no me guste tanto como el mío, pero me permita ir más lento, a éste que tengo ahora, que me gusta de verdad pero no me deja respirar? Lo mío no es la desesperación. Será cuestión de dejar pasar un tiempo. ¿Una mala racha? Eso espero. Que a mí me gusta el trabajo, pero una cosa es una cosa y otra otra…

Ofú. Me gustaría ser más divertido en lo que os escribo, bloggeros míos, pero…

Pues eso. Besos para todos.

domingo, 14 de octubre de 2007

El síndrome de la segunda residencia

EL SÍNDROME DE LA SEGUNDA RESIDENCIA


He pasado el puente (del Pilar) con Roci, Rosa y María en La Alberca, un pueblo precioso de Salamanca. Creo que no soy de esos madrileños (dícese del que vive en Madrid) que huyen despavoridos cuando llega el viernes en busca de un lugar donde se pueda vivir: yo en Madrid vivo la mar de a gusto. Ni me sobra ni me falta ruido ni silencio. Nunca me provocó estrés esta ciudad, nunca. Pero lo cierto es que encuentro siempre una excusa para pasar a menudo el final de la semana fuera… ¿Será que soy lo que no creo?

Este sábado, mientras cruzábamos el paisaje grandioso de Las Batuecas y escuchaba hablar de pueblos de diez habitantes, empecé a experimentar esa sensación que antes sufría el ser humano urbanita en la cuarentena, y ahora se experimenta cada vez más en la treintena: el síndrome de la segunda residencia. Un escondite a donde huir “bien acompañado” cuando eso sea posible, con un par de buenos amigos con los que aprender hablando o simplemente en soledad, a ver pasar la tarde y la mañana sin otra obligación que comer, dormir y ………… (rellénese con lo que proceda en cada caso).

Nos hemos vuelto locos, lo sé. Tengo la suerte de vivir en un piso en propiedad, pero claro, a medias con el banco y mis padres… ¿y ya estamos pensando en otro? Además, quizá tendría que hacerme con un coche, porque no creo que encontrase algo MUY barato en un pueblo bien comunicado. Más bien sería en un lugar perdido, que por otra parte, es lo que apetece de verdad…

Sé que no es algo que necesite ya, pero no voy a negar que el gusanillo del síndrome ha empezado a corroerme. Pero mejor lo pienso dentro de unos años… ¿no?

martes, 9 de octubre de 2007

Necesito saber quién eres

“NECESITO SABER QUIÉN ERES”
(Anna Khritova, en Promesas del Este, David Cronenberg)



En el fondo y por arriba, casi todos los problemas que surgen entre las personas se reducen a eso: uno se queda solo y, después de haber aventurado mil interpretaciones, de haber querido saber y entender gestos y actitudes, se da cuenta de que no conoce al que tenía enfrente. Eso es un problema, porque uno, el que esto escribe, tiene mucha, mucha imaginación, y se le va la mano y con ella la cabeza, y basta con un par de noches bonitas para que escriba una novela. Y resulta que la novela se queda en un mal microrrelato, de esos que ni sorprenden, ni cierran nada en la última línea, ni siquiera abren puertas…

Pero qué tendrá que ver esto con el pobre David Cronenberg… Qué tendrá que ver con su última película, Promesas del Este, un retrato (al parecer, que yo no me he movido por esos ambientes) fidedigno de las mafias rusas en la Londres de hoy. Qué tendrá que ver con el papelón que otra vez se marca el nuevo muso del director, un Viggo Mortensen que quita el sentío y otras cosas (¿verdad, piñeirona?. Qué tendrá que ver con esas escenas de violencia cronenbergiana de ventepacáquetedoyuntajoenelcuello. Mira, no, mejorteclavoestepuñalenelojo. Y te lo enseño todo todito.

Amanece en un día común de una mujer. Cuando se acuesta, algo ha sucedido en su rutina que le hace entrar en un mundo hasta ahora totalmente desconocido para ella. En ese mundo hay un hombre. Entenderle, saber qué pasa por su cabeza, qué coño está sintiendo, significa entender la historia.

Hay veces que un thriller se parece tanto, tanto a nuestros días…

domingo, 7 de octubre de 2007

Yo he venido de mi casa


"YO HE VENIDO DE MI CASA"

(Disfraz de tigre, Hidrogenesse)



Anoche estuve en el concierto de Hidrogenesse el club Elástico. También actuaban Chico y Chica, pero es que éstos se merecen otro post para ellos solos.

La primera conclusión que sacamos mi amigo Planetote y yo fue que estamos desentrenados para eso de salir de noche. El verano nos ha dejado fatal. La segunda es que ya no se llevan las corbatas. El invierno pasado no había niño que no se plantase una vez al mes el complemento, sin importar si sobre lo que se posase fuera una camiseta de Joy Division o una camisa de Green Coast.

La tercera es que al Elástico le sobran columnas, si se quieren programar conciertos, claro. Después de un peregrinaje por la discoteca uyahoraveoaGenís, uyahoraveolagorradeCarlos, ¡uylosveoalosdos uyyano! conseguimos atrincherarnos a la derecha del escenario y disfrutar de sus canciones. Los que no los conozcan y vean el vídeo de arriba pensarán: “unos modernos”. “Unos modernos de mierda”, los más puestos. Pues sí, lo son, pero además poseen un universo de referencias que es capaz de mezclar a Ludovico II de Baviera con Laura Palmer y quedarse tan anchos. Componer hitazos de pista de baile (No hay nada más triste que lo tuyo a.k.a. La de los caballitos ponis) o ese poema de extrarradio y amor furtivo que es la preciosa A-68. Tienen una pose en el escenario que les hace soltar comentarios muy muy graciosos y diseñan las camisetas más elegantes del merchandising patrio.

Pero por encima de todo ello está el tema de la identificación. Por extraños que parezcan, por crípticas que sus letras suenen, por muy feos que se quieran poner (no hay más que ver los últimos estilismos de Genís), escucho a Hidrogenesse y tengo esa confortable sensación de que alguien piensa y siente como yo. Ésa, aunque también disfruta de muchas otras, es una de las grandezas del arte.

Viene esto a cuento por la frase que encabeza este día. En Disfraz de tigre, una niña es puesta en su primer día de colegio delante de sus nuevos compañeros. En una situación tan estúpida y forzada como ésta, alguien le pregunta de dónde viene. La respuesta: Yo he venido de mi casa. Y por si acaso, la repite. Yo he venido de mi casa. Como decía en mi primer post, me ponen enfermo las preguntas-coletilla. A ellas suele uno contestar con un abstracto “bien” o “pues bien”. A partir de ahora creo que voy a empezar a soltar algún que otro Yo he venido de mi casa

viernes, 5 de octubre de 2007

No se moje, caballero


“NO SE MOJE, CABALLERO”

(En la calle Leganitos, Madrid)

Llueve en Madrid y es de noche. Llueve como tormenta de verano, pero ya no es verano. Nos pilla a todos aún sin haber sacado la ropa de invierno, en ese tiempo de nadie en el que uno se va superponiendo prendas, jugando al invierno cuando aún no estamos del todo en él. Lo que una madre llamaría “ropa de entretiempo” acaba por ser casi siempre “el efecto cebolla”.

Llovía anoche en Madrid y bastan dos calles para que los bajos del pantalón se empapen. Bastan tres para que la humedad llegue hasta la rodilla. Bastan cuatro para que uno empiece a temer eso de que las tardes se acaben a las 7 y la noche empiece a las 8. Vale, me gusta abrigarme hasta las cejas y enterrarme debajo de un nórdico, un café con leche caliente y The Magnetics Fields, como buen españolito postmoderno que soy, pero no puedo evitar que el invierno me dé un poco de miedo… Algo que nunca me ocurre en verano, miratúpordónde.

En esas voy subiendo Leganitos, una de las calles más feas de Madrid, y un ángel disfrazado de portero de sala de top-less me salva con una frase: no se moje, caballero. Y de pronto decido que voy a hacerle caso. Este invierno, me lo prometo, voy a ponerme a cubierto siempre que pueda.

jueves, 4 de octubre de 2007

No debería uno contar nunca nada


"NO DEBERÍA UNO CONTAR NUNCA NADA"

(Tu rostro mañana, 1. Fiebre y lanza; Javier Marías)

A la ocasión la pinta calva, casi casi tanto como a mi requeteleído Marías. No debería contar uno nada, pero acaba por desgracia contándolo todo. Debería uno callarse a menudo, resumir sus confidencias y palabras lo justo. Me ponen enfermo muchas cosas, como bien se verá si esto que hoy empieza tiene larga vida, pero una de las que se llevan la palma son esas frases hechas que se lanzan para, aparentemente, iniciar una conversación que, en el fondo, nadie desea empezar. Son esos “¿cómo estás?” a primera hora de la mañana, recién llegados a la oficina, cuando el humor sólo llega a pulsar el ON del ordenador y poco más. Son esos “bueno, ¿y qué te cuentas?” que se sueltan con una copa de vino en la mano al encontrarnos con Enrique (¿o era Eduardo?, ¿Pedro?, empezaba por “e”, seguro…) en cualquier fiesta, volviendo de la barra. A menudo se encuentra uno explicando por qué está muy atareado esta semana, o todo lo contrario, o preocupado con la siempre aplazada reforma del baño, a alguien que no lo entenderá, ni falta que le hace.

No debería contar uno nada y sin embargo decide abrir un blog y empezar a contarlo todo, todo lo que le apetezca y crea que pueda gustarle a quien quiera que lo lea. Porque, y ahí va mi primer mandamiento, no es éste un rincón para mis soledades. Para eso me compro un cuaderno y lo escondo en el cajón de la mesita. Ahí va la primera piedra. Si se forma un montoncito y nadie ha recogido aún ninguna, me compro el cuaderno, lo prometo…