domingo, 30 de mayo de 2010

Resistencia. El que se detiene

Puestos a la lucha, que sea la belleza quien nos tumbe. Confúndannos con el tropiezo y lo pequeño. Puestos a escribir, hagámoslo sobre una tarde de martes, junio, no hace demasiado calor hoy. Será una terraza de doce metros cuadrados, para qué más. Tendremos a mano un vaso de cristal verde lleno de cerveza fría. La temperatura ha empañado el cristal y gotea. Alguien tendrá hambre y tendremos a mano algo de comer. La música llega desde una azotea cercana, donde vive un fanático incansable de Prefab Sprout. A ti también te gustan.

La revolución te encontrará sentado en una tumbona mirando al cielo, ¿estarás también tú entre los que no entiendan la batalla? La revolución te encontrará sentado en una tumbona pensando en lo mejor del futuro: su relatividad. Nunca confundiste tu curiosidad con la acción incansable, ya fueron muchas las veces en las que acabaste diciendo “¿Y qué hago yo aquí?”. Te convertiste en el guerrero que lucha tumbado, el más incomprendido. Te tocó explicar mil veces que el conformismo no tiene nada que ver con la derrota, que se rinde antes el que va y el que viene, el que cede al camino que aparece delante. Párate y mira: el futuro relativo.

Te tumbarás en la terraza y no sabrán que te escondiste. Pero eso no hará menor tu logro. Nunca fuiste de los que llegaban a casa y ponían la tele por escuchar un ruido de fondo. Nunca de los que frecuentaban los lugares que frecuenta la gente como tú. Resistencia del que se detiene. Bebes cerveza y eres capaz de sentir la espuma que desaparece y el frío cayendo por tu esófago. Conversas y eres capaz de recordar lo que escuchaste más allá del momento. Una vez lo contaste: preparar un cocido puede ser un acto de rebeldía mayor. “Nadie, ni siquiera la lluvia tiene manos tan pequeñas”. Lo dijo Cummings. Se refería a alguien, pero hoy tú sabes que habla de ti. Detenido, sonríes.

(No es una terraza, pero funciona igual...)