miércoles, 21 de noviembre de 2007

Ya hace frío

(Últimamente no escucho frases que puedan encabezar el blog... espero que no os importe que ponga las mías.)

Ya hace frío. Por fin. La verdad, las estaciones hacen con nosotros lo que quieren, pero también nosotros lo que queremos con ellas. Recuerdo días de lluvia que me han metido en una burbuja lenta y triste, por el simple hecho de que caía agua del cielo (¿podemos ser más absurdos?). También tardes en las que un sol fuera de temporada me puso de buen humor hasta la noche, al menos. Este invierno, mira tú por dónde, necesitaba que llegase el frío. Ha sido volviendo del gimnasio, con ese iPod que, según moronda, hace que la calle sea una prolongación de la casa (¡bravo por las imágenes que hacen más cómoda la realidad!), en el que una vez más escuchaba la banda sonora de Shortbus, una de las cosas más bonitas que se pueden comprar con forma de disco. Os pongo aquí el final de la peli, con un temazo de Scott Matthew (si no la has visto, da igual, no te voy a descubrir nada, se trata sólo de un fin de fiesta apoteósico en el que uno empieza llorando y acaba en orgasmo):





Y he ahí que me he dado cuenta de que por fin puedo pasar página al verano. Ha hecho falta que el termómetro se acercase al 0 para que yo le pegue la patada a todo eso que no fue como yo quería, imaginaba o me habían hecho esperar. Tengo mala memoria, de siempre, y la voy a aprovechar para que todo lo que ha ocurrido mientras hacía calor se vaya. Ya. Por fin. Hace frío. Bienvenidos al inviernos, fantásticos semaneros.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Un hombre pone el pie en la calle

Un hombre pone el pie en la calle cada mañana, a las 9, y desde ese instante, en ese salto que da la suela del zapato, entre el escalón del portal y la sucia acera, queda indefenso.

Cueva, cama, refugio, viaje, playa urbana, dormir, reírse, libros, un teléfono fijo, lentitud, familias, tiempo…

Cielo, autobuses, ruido, prisas, me pisan, frío, periódicos para no leer, móviles, el DIA, fritanga, policía, papeles, colas, más prisas…

Todas las mañanas lo pienso. Es un segundo, una pequeña crisis diaria que pronto se va, pero ahí está, acechando en el escalón. Podría haber escrito lo contrario, calle por casa y viceversa. Será que hace frío ya, por fin.

domingo, 11 de noviembre de 2007

¡Qué manía tienes!

"-¡QUÉ MANÍA TIENES!
-SE LLAMA INSTINTO, SEÑORA"
(Una anciana en Atocha. Un transeúnte perplejo)

Una anciana pasea su caniche (blanco por el lomo, sucio en los bajos) por la glorieta de Atocha. Desde lejos veo que habla con él. De cerca compruebo que más bien le grita. El perro intenta con esfuerzo acercarse a los rastros secos que otros perros han dejado en las esquinas, pero ella se lo impide con un tirón de correa detrás de otro. “¡Qué manía tienes!”, se queja la susodicha. “Se llama instinto, señora”, susurra alguien que pasa a su lado. Ese alguien soy yo.

Hace diez minutos que ha ocurrido esto, en esta tarde-noche de domingo después de un par de días en Canarias. Qué raro es este país en el que los reyes mandan callar a gritos a los presidentes (presidentes bocazas y coñazo, desde luego), en unas ciudades estamos con la calefacción puesta para pasar la tarde y en otras se tuestan al sol. Porque yo ayer estaba en bañador en la playa, secándome al lorenzo después de un bañito… dándole vueltas al coco. Y es que la frase de Pi que encabezaba mi último post parece que ha funcionado como un presagio. Los hombres siguen mareándome. Mira que decía yo que volvería a enfangarme… Pues ahí estoy, intentando entender por qué a un individuo le resultas interesante un día (el que te conoce) y al segundo ya no. ¿Será que cambiamos tanto en 48 horas…? ¿O que el mareo de perdiz se ha convertido en el deporte favorito de los treintañeros de principios de siglo? ¿Acaso son los engaños que nos montamos en la primera cita, que se desmoronan en la segunda?

En fin. Ni me cabrea ni me entristece. Me deja perplejo. Somos como ese perrito de Atocha. Ese instinto que nos lleva a acercarnos una y otra vez a los rastros de desconocidos. Ay, me hace falta una viejecita que me tire del collar un poco…

lunes, 5 de noviembre de 2007

¡Putos hombres…! Pero cada vez me gustan más

"¡PUTOS HOMBRES...! PERO CADA VEZ ME GUSTAN MÁS."
(Pi, de vuelta de Ávila)

Mi querida amiga Pi (a la que muchos conocéis como No me gusta el cardhu) y un radiante sol de otoño me han regalado un puente de los Santos muy bonito. De los cuatro días decidí pasar dos en Madrid y dos fuera, algo que ya he hecho varias veces en los últimos puentes y cada vez me gusta más. Disfrutas tu casa y tu ciudad como no es posible en la rutina diaria, y también te oxigenas al abrigo de un amigo y otra ciudad. De mi amiga Pi no hablaré, porque ella ya lo sabe bien y sé que leerá esto y me da corte. De Ávila diré que tiene todo el silencio, la Historia y la belleza que bastan para que me enamore de ella.

Cuando No me gusta el cardhu y La Semana Fantástica se juntan hablan de muchas cosas, pero sobre todo de amoríos y desvaríos erótico-sentimentales. O sea, de hombres. De ilusiones y desilusiones cibernéticas. De la imposibilidad de saber qué piensa y cavila el que tenemos en frente (o, preferiblemente, al lado en la cama). De las marcas que una historia te deja, y que tal vez no queremos percibir. De las diversiones que duelen y de las que nos salvan. De los veranos que pesan… y la forma de darles una patada en la espinilla.

Y así, entre cafés, una visita al Valle de los Caídos (del que debería hablaros un día… es la bomba), compras en el Xanadú (del que también debería contaros… es la bomba lironda) y películas malas en la tele (La pasión turca, me niego a hablar de ella) teorizamos y teorizamos… Todo para qué, para volver a caer en lo mismo en cuanto doblemos la esquina. Creemos que dominamos un poco nuestros actos… pero no. Volveremos a meternos hasta el cuello en el barro, seguro. Y bien a gusto nos mancharemos.

Al final, todo se resume en la frase que se le escapó a Pi mientras conducía, después de un largo speech sobre superaciones personales y otras vainas. ¡Putos hombres…! Pero cada vez me gustan más. Pues eso.