(Últimamente no escucho frases que puedan encabezar el blog... espero que no os importe que ponga las mías.)
Ya hace frío. Por fin. La verdad, las estaciones hacen con nosotros lo que quieren, pero también nosotros lo que queremos con ellas. Recuerdo días de lluvia que me han metido en una burbuja lenta y triste, por el simple hecho de que caía agua del cielo (¿podemos ser más absurdos?). También tardes en las que un sol fuera de temporada me puso de buen humor hasta la noche, al menos. Este invierno, mira tú por dónde, necesitaba que llegase el frío. Ha sido volviendo del gimnasio, con ese iPod que, según moronda, hace que la calle sea una prolongación de la casa (¡bravo por las imágenes que hacen más cómoda la realidad!), en el que una vez más escuchaba la banda sonora de Shortbus, una de las cosas más bonitas que se pueden comprar con forma de disco. Os pongo aquí el final de la peli, con un temazo de Scott Matthew (si no la has visto, da igual, no te voy a descubrir nada, se trata sólo de un fin de fiesta apoteósico en el que uno empieza llorando y acaba en orgasmo):
Y he ahí que me he dado cuenta de que por fin puedo pasar página al verano. Ha hecho falta que el termómetro se acercase al 0 para que yo le pegue la patada a todo eso que no fue como yo quería, imaginaba o me habían hecho esperar. Tengo mala memoria, de siempre, y la voy a aprovechar para que todo lo que ha ocurrido mientras hacía calor se vaya. Ya. Por fin. Hace frío. Bienvenidos al inviernos, fantásticos semaneros.
Mulino por el mal camino
Hace 10 horas