martes, 8 de enero de 2008

Como una bandeja de polvorones

Nochevieja fue encontrarse. Los amigos, con los años, se me fueron desperdigando por el mapa. En estos momentos, ese mapa sentimental llega hasta la selva peruana… Es cierto que en el dibujo han aparecido nuevos amigos, que hoy componen el perfil de mis días mejores, pero ¡ay! esa añoranza viva por lo añejo… Hay fiestas que se convierten en la mejor excusa para juntarse y convertir la nostalgia en pura vida, y la Navidad es una de las mejores. Esta Nochevieja ocho amigos respondieron a la llamada. ¿Y si nos juntamos en el Melero? El Melero es la casa que mis padres tienen en la sierra de Córdoba, un caserón enorme y precioso en el que he pasado todos los veranos desde que tenía pocos años. ¿Os imagináis lo que es ver a tus amigos (meses sin encontrate con algunos de ellos) reunidos en la casa de los veranos de tu infancia?

La emoción se duplica. En esa casa, además, celebramos durante varios años las navidades más multitudinarias que en mi casa se han montado. Unas dieciséis personas durmiendo bajo el mismo techo, a las que a la hora de las comidas y cenas se juntaban otras tantas, no es moco de pavo navideño… Inevitablemente, la de este año me trajo a la memoria otras navidades...

Uf, esto empieza a parecer una bandeja de polvorones (por dulce y pesado). Lo importante es que alrededor de la chimenea nos juntamos este año Sheahan y Steph con sus Aira y Lucie; Ainhoa y Alejandro con su perrita Tuba; Chus y Pi (no me gusta el cardhu) con los pequeños Nicolás y Alicia (y el peludo Braulio); Alberto y Maider con el bueno de Mateo… Y por la noche se sumaron Álvaro (mi amigo de siempre, mi compañero más viejo), Nicole y Nacho (al que algunos conocéis como chitón). Una pandilla de treintañeros llenos de niños, retos, perros, miedos, historias por contar, historias recordadas, fotos por hacer y demás zarandajas.

Lo más curioso de todo es que, ya veis, lo menos emocionante para mí fue la propia cena, con sus uvas y sus brindis. Lo mejor fueron los días previos, cuando iban llegando uno a uno, charlas improvisadas entre biberones y bajadas en coche a por los nuevos, las tardes antes de la fiesta con esas sillas mirando al sol, los días posteriores con los que se quedaron esperando un avión que perderían, las tertulias en medio de la siesta… Será que lo esencial no puede marcarse en el calendario.

Gracias a los que vinieron. Y a los que vendrán. Brindo por el 2008.

(En la foto faltan Chus y Nicolás. El primero aún no había llegado y el segundo jugaba...)

10 comentarios:

Pi dijo...

Jo, Miiiil, me he emocionadoooooo. Y qué foto más linda, ¿no? Sin embargo, y como no puede ser menos viniendo de mi parte, tengo que puntualizar un par de cosas:
1.Faltaba Chus, y Braulio, off course.
2. Nicolás no estaba jugando, estaba buscando materiales para construir el "igglup" que después sería una tienda de campaña.

Tienes razón en eso de que lo mejor fueron "los preliminares", así que mi huida tiene perdón.
A mí también me hizo mucha, muchísima ilusión empezar el año dándote un abrazo.
Te quiero mucho.

Emilio Ruiz Mateo dijo...

Gracias por esas aclaraciones. Tú siempre tan DETALLISTA... jijiji
Lo de la tienda de campaña quedó en "escalera apoyada en el olivo", ¿no?

Anónimo dijo...

La verdad es que es uno de los blog más emotivos que he visto en los últimos tiempos!!! Yo también me emociono al ver las sensaciones y sentimientos que la semana fantástica pone encima de la mesa.

Por cierto, PI, a lo de la huida, supongo que te refieres a la noche del 1 de enero. No te preocupes no fuiste la única! casi todos lo hicimos y el resto lo asumió con la naturalidad propia de las gentes de pueblo que se sientan en su silla a la vera de la puerta de su casa a ver pasar la vida.....................

Emilio Ruiz Mateo dijo...

La Semana Fantástica es así. Un sensacionalista de la emoción.
Y respecto a lo otro, todos somos de pueblo...

Pi dijo...

Claro, de pueblo. Yo, la más catetilla.
Oye, Fantástico, lo de la escalera era un guiño, una manera d ellamar la atención y decirse, Nicolás, a sí mismo: "será que si la dejo aquí se darán cuenta de que mi intención era construir la casa de la palmera?" Yo pensé lo mismo. Y ya veo que acertamos. No pasamos inadvertidos, enhorabuena. ¿no pesaba no? jejejjeje

Emilio Ruiz Mateo dijo...

No, no pesaba.

Anónimo dijo...

hola guapetones,
qué bonito post, que bien escribís los dos hijos, que dais una envidia...qué guapos estamos todos en la foto, qué monos!!
qué pena que no estuviesen el primo antoine y la prima cantaruxa. bueno, si antoine se decide a venir este año, ya tenemos la excusa para montar de nuevo un encuentro familiar, síiiii.
besos. Ainhoa

Emilio Ruiz Mateo dijo...

Eso, primo Antonie, vente pa madrí vente joseluí. A ver si consigues dejar algún comentario, que sé que nos lees desde la selva...

Lara dijo...

La verdad es que yo también he pasado unas navidades muy así (así como las describes), con reuniones y sol y a veces campo y playa y un montón de gente junta riéndonos todo el día. Pero a pesar de eso, o quizá por eso, veo esta foto y me dan ganas de haber estado allí, aunque sólo conozco a Emilio (que por cierto, sales estupendo, ahí repantingado en tu jardín, como un protagonista de una novela de realismo mágico o algo). Aunque creo que a la derecha del todo hay un barbudo al que también conozco, ¿no? (¿No es aquel colega tuyo de la fiesta Blowup?)

¡¡Besos a todos!!

Emilio Ruiz Mateo dijo...

Lara, yo me veo más como una versión flaca de los señores de los anuncios de Neutrógena... jajaja
Y sí, el de la derecha es mi amigo Sheahan, al que conociste en la fiesta. ¡Se vino desde Mallorca a comerse las uvas en Córdoba!