Yo tenía 18, o 19 años, y Rut me pasó una cinta de casette con canciones de Mercedes Sosa. Me dijo que era argentina, supongo, pero yo la convertí en mexicana, mirá vos. Sé por qué. Rut me hablaba de un amor atormentado y mexicano que ella tenía y yo sentía envidia y rabia, a la vez. A mí me gustaba Rut y me enamoraba escuchar a Mercedes Sosa. También podría cambiar el orden de estos amores.
Justo ayer charlaba con Natalia e Inés en una pizzería de San Telmo sobre la intimidad que siento con La Semana Fantástica, que nada tiene que ver con Facebook, por ejemplo. La mayoría de las cosas que aquí me gusta contar sería incapaz de mostrarlas en Facebook. "Pero en Facebook eres tú, muestras tu cara, tu nombre...; debería ser al revés", me dijeron. Y es cierto. El pudor tal vez sería más propio de lo otro. Incongruente. Pero qué no lo es.
Por cosas así empecé a escribir este diario. Por ponerle fecha a lo que me pasa, porque soy un negado en eso, más de una vez lo he contado aquí. No sé cuánto seguiré haciendo semanas fantásticas, hace tiempo que perdí el ritmo, pero me gustó que hoy pasasen estas cosas.
Y para ponerle música, la canción que más me gustaba entonces.