viernes, 28 de diciembre de 2007

Silencio prenavideño

Este silencio de días es navideño. Bueno, más bien prenavideño. Cambiaron mis planes. Lo que en principio iban a ser tres semanas de trabajo intermitente con viajes AVE pa´rriba AVE pa´bajo se ha convertido en un SMS a mi jefa: ¿sería mucho problema si no vengo la semana que viene? ¿verdad que no? me quedan días aún...

Desde hoy viernes hasta el 7 de enero estaré en Córdoba. Si mis dedos no me fallan, ¡¡¡diez días de vacaciones!!! Teniendo en cuenta el nivel de trabajo que he sufrido desde septiembre, esto es una auténtica bendición.

Y para colmo, la Nochevieja, que promete una densidad de emociones amistosas muy intensa…

Aprovechando que le hemos regalado a mis padres un portátil, algo sabréis de mí estos días. No creo que La Semana Fantástica se vaya de vacaciones también hasta el 7.

Esto es sólo un post informativo. Son las 8 de la mañana, pero una mezcla de nervios (esta vez hacia bien; no puedo contar nada pero… ¿cambios en 2008?) y emoción infantil de día previo a las vacaciones me han desvelado.

Si no nos vemos antes, Feliz Año Nuevo.


viernes, 21 de diciembre de 2007

Escribo porque no consigo ser feliz

"ESCRIBO PORQUE NO CONSIGO SER FELIZ."
(La maleta de mi padre, Orhan Pamuk)

La frase se redondea con la que la sigue: Escribo porque no consigo ser feliz. Escribo para ser feliz. No he leído aún el libro, aunque lo tengo (una de las mejores cosas que te pasan cuando trabajas en una revista literaria es que te mandan muchos libros gratis; una de las peores cosas que te pasan cuando eres tan subnormal como yo es que te dejas en la mesa del curro un viernes el libro que querías leer ese fin de semana). La frase se la robé a Félix Romeo, ladrón a su vez de Pamuk, en su recién estrenada nueva sección de libros en el ABCD, que sigue siendo el mejor suplemento de cultura de los periódicos españoles, los sábados con el ABC (lógicamente), a pesar de que Babelia haya engordado y ganado puntos. El librito está compuesto por discursos que Orhan Pamuk ha dado recientemente en agradecimiento a varios premios (Nobel incluido).



Yo la verdad es que no sé para qué escribo este blog, pero me tranquiliza saber que es algo inherente a la mayoría de los blogs. Comunicación, eso está claro. Como escribía Vicente Verdú el domingo pasado en El País Semanal, (madre mía, devoro prensa) nunca antes habíamos estado tan interconectados con tantas personas, pero ojo, puede llegar el momento en el que las relaciones virtuales y sus variantes acaben por sustituir por completo a las reales… Lo cierto es que a mí no me asustan. Por un lado, la cibercomunicación nos abre experiencias impensables en otros canales. Por otro, es un primer paso hacia relaciones “tradicionales”. A riesgo de repetirme, quiero remarcar que no pretendo decir que lo primero lleva a lo segundo. Ambas experiencias me parecen buenas, apetecibles y recomendables.

Y yo que pensaba que debía escribir un post navideño, acabo aquí metiendo la chapa… Voy a acabar de meterla poniendo el párrafo completo del Orhan Pamuk. ¿A que dan ganas de salir corriendo a por el libro, aunque haya que forzar la puerta de la oficina?

"Escribo porque la vida, el mundo, todo, es increíblemente hermoso y sorprendente. Escribo porque me resulta agradable verter en palabras toda esa belleza y esa riqueza de la vida. Escribo no para contar una historia sino para crear una historia. Escribo para librarme de la sensación de que hay un sitio al que debo ir pero al que no consigo llegar, como en un sueño. Escribo porque no consigo ser feliz. Escribo para ser feliz."

domingo, 16 de diciembre de 2007

Sacar del armario (el esmoquin)


Hacía ya tiempo que tenía ganas. Las costumbres cambian, a veces para mejor, pero en otras cosas está claro que hemos perdido… Estoy hablando de moda. Me encantan los esmóquines. Cada vez que veo una de esas fiestas de cine en California, o las noches de la Vanity Fair, o aunque sea una recepción coñaza del Rey en Zarzuela, y contemplo ese desfile de esmóquines, me corroe la envidia. Y mira por dónde en una tarde de sábado en la que me encontraba desolado por tamaña desgracia, mi madre me dio la alegría del mes: hijo, tu padre tiene un esmoquin precioso… Hace poco más de treinta años, lo de ponerse esmoquin en España no tenía tintes de disfraz. La noche grande de las ferias (al menos las andaluzas), una cena de gala o una fiesta un poco más elegante de lo normal, y hala, pajarita. Por supuesto, la conversación acabó en sacar la prenda del armario y La Semana Fantástica probándosela… En el chaleco, una fecha: 1-X-1971. La chaqueta, perfecta. El pantalón, muy grande. Pero arreglable…

La segunda parte de esta historia con final feliz viene de la mano de Rosa, una de esas amigas mías que nunca leen el blog. La semana pasada fue su 31 cumpleaños, y no se le ocurrió mejor idea que montar una Fiesta Alfombra Roja. Pues eso, una fiesta en un local en el que uno podía ir vestido como gustase, pero los más elegantes serían bien tratados. Y ahí fuimos una buena colección de nostálgicos de la etiqueta a emborracharnos… pero con elegancia. Con la inestimable ayuda de los arreglitos de última hora de Andrés (te veo en el recreo), allí que me planté.

El testimonio, aquí abajo. Qué alegría que existan los Zaras, H&Ms, Pull and Bears y demás tiendas democratizadoras (no hace tantos años, encontrar prendas para hombre que se saliesen del jersey liso sin tener que comprar ropa de diseñadores era una utopía), pero qué bien que volviesen aquellos tiempos de fajines y zapatos de charol…
















jueves, 6 de diciembre de 2007

La mujer del pan envejece

"LA MUJER DEL PAN ENVEJECE."
(Envejece, Els invertebrats, Refree)

No me riñáis, no me riñáis porque lleve tantos días sin escribir, pero a deberes varios, fines de semana fuera, amigos que llegan y te alegran (gracias por llamar al telefonillo, por compartir vasos que se derriten y camareros malgeniados, Antonio) y un poco de cabreo de 9 a 7 de la tarde me impedían llegar a este espacio de triángulos verdes y amigos como se merece: con ganas. Hoy las tengo.

Refree es un grupo compuesto por Raül Fernández, que compone canciones en casa, se busca buenos músicos que rodeen la belleza que es capaz de sacar de su redonda cabecita y publica discos. Ya van tres. El último se titula Els invertebrats y en él está esta canción:



Bien por lo que envejece. Aplaudo a los que envejecen y lo saben. A los que envejecen y no lo maquillan. A los que tienen miedo pero no se quedan parados por eso. Pero más aún a los que cantan y hablan de los viejos. La mujer del pan envejece, pero sus baguettes siguen estando igual de calientes cada mañana. Pau envejece, pero sus ganas de encontrar novia van a más. Los gatos también envejecen. No me acostumbro a eso que hace años me dijeron, no quise creer y he acabado creyendo. Eso de que las maquinitas que compramos están diseñadas para durar más o menos diez años. Las cadenas de música, los DVD, la tele, la lavadora (bueno, éstas un poco más). Me entristece tanto cada vez que llamo a un servicio técnico y me dicen lo de “no merece la pena, el arreglo le va a costar más que comprarse uno nuevo… Cómpreselo, hágame caso”.

Yo, mientras pueda arreglar las cosas, las arreglaré.