viernes, 26 de octubre de 2007

¡Arthur, Arthur!

"¡ARTHUR, ARTHUR!"
(Patti Smith en La Casa Encendida)

Se salió Patti. Y no lo tenía fácil. En un lugar tan impersonal y frío como La Casa Encendida, con un público en el que predominaban petardas gestoras culturales de falda laquemepongosiempreenlasinauguraciones y aforo a menos del 50%. Inauguraban una exposición sobre Arthur Rimbaud (Vida y hechos de Arthur Rimbaud) y en la invitación se leía Lectura de poemas por Patti Smith. Yo, como buen rabioso que soy, pensaba “uy, saldrá, recitará un par de poemas cortos y a cobrar”. Qué guapo que estoy callado a veces… Aunque para guapo el Arturito... Mirad, mirad:


Si fui fue porque María y Doménico me invitaron y porque Dani, un nuevo amigo, tenía aún más ganas que yo de ir. Después de recorrer la exposición –pequeña pero matona- y de ver a Patti salir y entrar de la sala un par de veces con ojos de pato asustado (luego entenderíamos que era sólo emoción), nos juntamos en el patio 30 o 40 personas. Supongo que muchos, al recibir la invitación, fueron tan mal pensados como yo…

Patti Smith supo demostrar cantando y leyendo que Rimbaud no es un escritor que le gusta. Es mucho más. Forma parte de ella. Y eso me conmovió. Se escucharon versos del homenajeado, claro, pero mezclados con textos varios y canciones unidos todos ellos… ¿por qué? Por una potente sensación de que es posible comunicarse a través de la arte, de que a veces el orden de los siglos salta por los aires (el XIX va después del XXI) y de que un hombre solo escribiendo puede llegar más lejos que ninguna otra fuerza en el mundo.


De allí salimos engrandecidos. Luego hubo cigarros, charla, chopitos, revuelto de champiñones, luna llena y un beso en Neptuno. Y es que ya lo dijo ella en el escenario: Be careful…

Viva Rimbaud (¡Arthur, Arthur!, gritaba Patti), viva la Smith y viva toda esa gente nueva que aún se nos cruzará por el camino.

martes, 23 de octubre de 2007

Hoy estoy de un humor muy raro

"HOY ESTOY DE UN HUMOR MUY RARO. TENGO UNAS GANAS LOCAS DE VIVIR."
(Un hombre que se ahoga, Daniel Veronese. Teatro María Guerrero, Madrid)

La frase la escuché hace semanas, en el teatro, con moronda sentada en la butaca de al lado. Es de Un hombre que se ahoga, la obra de teatro que representan en estos momentos en el María Guerrero y que, si estás en Madrid, no deberías perderte. Hacía mucho tiempo que no veía tanto actor bueno junto. Son todos argentinos, dirigidos por Daniel Veronese, y la obra es una adaptación libre de Tres hermanas de Chejov. Tan libre, tan libre, que son tres hermanos. Una historia de familia, de ilusiones frustradas y, más aún, de qué hacer cuando aún queda algo de esperanza.

Lo cierto es que no tengo unas ganas locas de vivir, pero sí que últimamente mi humor no es todo lo estable que solía ser. De eso he presumido siempre, mis amigos más viejos lo saben, de mantener una línea sin muchos altibajos en el perfil de mi ánimo. Pero no ahora. El ritmo acelerado del trabajo, la tristeza que afecta en estos momentos a algunos de mis amigos y la mía propia que el verano (por más que quisiera negarlo) me ha dejado son las culpables.

Quizá sea necesario que llegue por fin el frío y tengamos que sacar la ropa de invierno. Quizá sea el momento de empezar a mirar hacia otro lado, el que tenga más luz. Ese día, tal vez a media mañana, empiece a sentir algo extraño alrededor. Algún comentario cruzado, una risa a destiempo, dos minutos extasiado mirando una esquina… Entonces será cuando lo diga. Hoy estoy de un humor extraño. Tengo unas ganas locas de vivir.

viernes, 19 de octubre de 2007

Gracias por comprar en Carrefouronline

"GRACIAS POR COMPRAR EN CARREFOURONLINE"
(www.carrefour.es)

Sí, ésta es la mejor frase que he escuchado hoy. Después de unas cuantas vicisitudes por los supermercados on line (una hora llenando la cesta virtual resulta que ¡uy! con esa tarjeta no puedes comprar, después de otra hora en el Mercadona resulta que ¡uy! no repartimos en su calle) lo conseguí. Además no me cobraron nada por el envío, por no sé qué fallo en los envíos de la semana que viene, para compensar... Esta tarde ha llamado un bakala a mi puerta y me ha llenado la cocina de bolsas llenas de tesoros. Yo, acostumbrado a jugar al tetris con lo que traigo del Ahorramás metido en el carrito que me regaló Mercedes, me he visto con aires de ingeniero casero para lograr que todos esos tetrabriks, cajas inmensas de cereales, latas mil y caprichos varios cupiesen en mi minicocina… Pero lo he conseguido.


Es viernes por la tarde, el momento más feliz de la semana junto con el sábado por la mañana cuando me compro El País y el ABC (cosas mías). Voy a ir al teatro a ver Happy Days, de Beckett, en el Matadero. Después a La Cuisine, las fiestas de rollo bollo que monta mi amiga Rosa. Y luego me espera mi casita con un surtido inabarcable de desayunos, comidas y meriendas. Creo que no hace falta explicar que el humor me ha cambiado radicalmente respecto al último post, pero he de decir que no es sólo gracias a Carrefouronline. Ayer salí del curro a las 8:30 (mi hora es las 7), hace meses que no recuerdo abandonar mi oficina tan tarde, y sin embargo… estaba feliz.

No es el que hombre sea un ser contradictorio, es que no hay Dios que lo entienda…

martes, 16 de octubre de 2007

Nothing really matters

"NOTHING REALLY MATTERS"
(Nothing really matters, Los Super Elegantes)

Que nada importe. No al menos más de la cuenta. Son días de cansancio para mí. Trabajo intenso, de 9 a 7 no hay tiempo de ni charlar 5 minutos con el de la mesa de al lado. Debo ponerme esta canción de Los Super Elegantes de vez en cuando, pero es que ni tiempo de darle al PLAY me dejan…



La vida empieza a las 7 de la tarde.

¿Es mejor un trabajo que no me guste tanto como el mío, pero me permita ir más lento, a éste que tengo ahora, que me gusta de verdad pero no me deja respirar? Lo mío no es la desesperación. Será cuestión de dejar pasar un tiempo. ¿Una mala racha? Eso espero. Que a mí me gusta el trabajo, pero una cosa es una cosa y otra otra…

Ofú. Me gustaría ser más divertido en lo que os escribo, bloggeros míos, pero…

Pues eso. Besos para todos.

domingo, 14 de octubre de 2007

El síndrome de la segunda residencia

EL SÍNDROME DE LA SEGUNDA RESIDENCIA


He pasado el puente (del Pilar) con Roci, Rosa y María en La Alberca, un pueblo precioso de Salamanca. Creo que no soy de esos madrileños (dícese del que vive en Madrid) que huyen despavoridos cuando llega el viernes en busca de un lugar donde se pueda vivir: yo en Madrid vivo la mar de a gusto. Ni me sobra ni me falta ruido ni silencio. Nunca me provocó estrés esta ciudad, nunca. Pero lo cierto es que encuentro siempre una excusa para pasar a menudo el final de la semana fuera… ¿Será que soy lo que no creo?

Este sábado, mientras cruzábamos el paisaje grandioso de Las Batuecas y escuchaba hablar de pueblos de diez habitantes, empecé a experimentar esa sensación que antes sufría el ser humano urbanita en la cuarentena, y ahora se experimenta cada vez más en la treintena: el síndrome de la segunda residencia. Un escondite a donde huir “bien acompañado” cuando eso sea posible, con un par de buenos amigos con los que aprender hablando o simplemente en soledad, a ver pasar la tarde y la mañana sin otra obligación que comer, dormir y ………… (rellénese con lo que proceda en cada caso).

Nos hemos vuelto locos, lo sé. Tengo la suerte de vivir en un piso en propiedad, pero claro, a medias con el banco y mis padres… ¿y ya estamos pensando en otro? Además, quizá tendría que hacerme con un coche, porque no creo que encontrase algo MUY barato en un pueblo bien comunicado. Más bien sería en un lugar perdido, que por otra parte, es lo que apetece de verdad…

Sé que no es algo que necesite ya, pero no voy a negar que el gusanillo del síndrome ha empezado a corroerme. Pero mejor lo pienso dentro de unos años… ¿no?

martes, 9 de octubre de 2007

Necesito saber quién eres

“NECESITO SABER QUIÉN ERES”
(Anna Khritova, en Promesas del Este, David Cronenberg)



En el fondo y por arriba, casi todos los problemas que surgen entre las personas se reducen a eso: uno se queda solo y, después de haber aventurado mil interpretaciones, de haber querido saber y entender gestos y actitudes, se da cuenta de que no conoce al que tenía enfrente. Eso es un problema, porque uno, el que esto escribe, tiene mucha, mucha imaginación, y se le va la mano y con ella la cabeza, y basta con un par de noches bonitas para que escriba una novela. Y resulta que la novela se queda en un mal microrrelato, de esos que ni sorprenden, ni cierran nada en la última línea, ni siquiera abren puertas…

Pero qué tendrá que ver esto con el pobre David Cronenberg… Qué tendrá que ver con su última película, Promesas del Este, un retrato (al parecer, que yo no me he movido por esos ambientes) fidedigno de las mafias rusas en la Londres de hoy. Qué tendrá que ver con el papelón que otra vez se marca el nuevo muso del director, un Viggo Mortensen que quita el sentío y otras cosas (¿verdad, piñeirona?. Qué tendrá que ver con esas escenas de violencia cronenbergiana de ventepacáquetedoyuntajoenelcuello. Mira, no, mejorteclavoestepuñalenelojo. Y te lo enseño todo todito.

Amanece en un día común de una mujer. Cuando se acuesta, algo ha sucedido en su rutina que le hace entrar en un mundo hasta ahora totalmente desconocido para ella. En ese mundo hay un hombre. Entenderle, saber qué pasa por su cabeza, qué coño está sintiendo, significa entender la historia.

Hay veces que un thriller se parece tanto, tanto a nuestros días…

domingo, 7 de octubre de 2007

Yo he venido de mi casa


"YO HE VENIDO DE MI CASA"

(Disfraz de tigre, Hidrogenesse)



Anoche estuve en el concierto de Hidrogenesse el club Elástico. También actuaban Chico y Chica, pero es que éstos se merecen otro post para ellos solos.

La primera conclusión que sacamos mi amigo Planetote y yo fue que estamos desentrenados para eso de salir de noche. El verano nos ha dejado fatal. La segunda es que ya no se llevan las corbatas. El invierno pasado no había niño que no se plantase una vez al mes el complemento, sin importar si sobre lo que se posase fuera una camiseta de Joy Division o una camisa de Green Coast.

La tercera es que al Elástico le sobran columnas, si se quieren programar conciertos, claro. Después de un peregrinaje por la discoteca uyahoraveoaGenís, uyahoraveolagorradeCarlos, ¡uylosveoalosdos uyyano! conseguimos atrincherarnos a la derecha del escenario y disfrutar de sus canciones. Los que no los conozcan y vean el vídeo de arriba pensarán: “unos modernos”. “Unos modernos de mierda”, los más puestos. Pues sí, lo son, pero además poseen un universo de referencias que es capaz de mezclar a Ludovico II de Baviera con Laura Palmer y quedarse tan anchos. Componer hitazos de pista de baile (No hay nada más triste que lo tuyo a.k.a. La de los caballitos ponis) o ese poema de extrarradio y amor furtivo que es la preciosa A-68. Tienen una pose en el escenario que les hace soltar comentarios muy muy graciosos y diseñan las camisetas más elegantes del merchandising patrio.

Pero por encima de todo ello está el tema de la identificación. Por extraños que parezcan, por crípticas que sus letras suenen, por muy feos que se quieran poner (no hay más que ver los últimos estilismos de Genís), escucho a Hidrogenesse y tengo esa confortable sensación de que alguien piensa y siente como yo. Ésa, aunque también disfruta de muchas otras, es una de las grandezas del arte.

Viene esto a cuento por la frase que encabeza este día. En Disfraz de tigre, una niña es puesta en su primer día de colegio delante de sus nuevos compañeros. En una situación tan estúpida y forzada como ésta, alguien le pregunta de dónde viene. La respuesta: Yo he venido de mi casa. Y por si acaso, la repite. Yo he venido de mi casa. Como decía en mi primer post, me ponen enfermo las preguntas-coletilla. A ellas suele uno contestar con un abstracto “bien” o “pues bien”. A partir de ahora creo que voy a empezar a soltar algún que otro Yo he venido de mi casa

viernes, 5 de octubre de 2007

No se moje, caballero


“NO SE MOJE, CABALLERO”

(En la calle Leganitos, Madrid)

Llueve en Madrid y es de noche. Llueve como tormenta de verano, pero ya no es verano. Nos pilla a todos aún sin haber sacado la ropa de invierno, en ese tiempo de nadie en el que uno se va superponiendo prendas, jugando al invierno cuando aún no estamos del todo en él. Lo que una madre llamaría “ropa de entretiempo” acaba por ser casi siempre “el efecto cebolla”.

Llovía anoche en Madrid y bastan dos calles para que los bajos del pantalón se empapen. Bastan tres para que la humedad llegue hasta la rodilla. Bastan cuatro para que uno empiece a temer eso de que las tardes se acaben a las 7 y la noche empiece a las 8. Vale, me gusta abrigarme hasta las cejas y enterrarme debajo de un nórdico, un café con leche caliente y The Magnetics Fields, como buen españolito postmoderno que soy, pero no puedo evitar que el invierno me dé un poco de miedo… Algo que nunca me ocurre en verano, miratúpordónde.

En esas voy subiendo Leganitos, una de las calles más feas de Madrid, y un ángel disfrazado de portero de sala de top-less me salva con una frase: no se moje, caballero. Y de pronto decido que voy a hacerle caso. Este invierno, me lo prometo, voy a ponerme a cubierto siempre que pueda.

jueves, 4 de octubre de 2007

No debería uno contar nunca nada


"NO DEBERÍA UNO CONTAR NUNCA NADA"

(Tu rostro mañana, 1. Fiebre y lanza; Javier Marías)

A la ocasión la pinta calva, casi casi tanto como a mi requeteleído Marías. No debería contar uno nada, pero acaba por desgracia contándolo todo. Debería uno callarse a menudo, resumir sus confidencias y palabras lo justo. Me ponen enfermo muchas cosas, como bien se verá si esto que hoy empieza tiene larga vida, pero una de las que se llevan la palma son esas frases hechas que se lanzan para, aparentemente, iniciar una conversación que, en el fondo, nadie desea empezar. Son esos “¿cómo estás?” a primera hora de la mañana, recién llegados a la oficina, cuando el humor sólo llega a pulsar el ON del ordenador y poco más. Son esos “bueno, ¿y qué te cuentas?” que se sueltan con una copa de vino en la mano al encontrarnos con Enrique (¿o era Eduardo?, ¿Pedro?, empezaba por “e”, seguro…) en cualquier fiesta, volviendo de la barra. A menudo se encuentra uno explicando por qué está muy atareado esta semana, o todo lo contrario, o preocupado con la siempre aplazada reforma del baño, a alguien que no lo entenderá, ni falta que le hace.

No debería contar uno nada y sin embargo decide abrir un blog y empezar a contarlo todo, todo lo que le apetezca y crea que pueda gustarle a quien quiera que lo lea. Porque, y ahí va mi primer mandamiento, no es éste un rincón para mis soledades. Para eso me compro un cuaderno y lo escondo en el cajón de la mesita. Ahí va la primera piedra. Si se forma un montoncito y nadie ha recogido aún ninguna, me compro el cuaderno, lo prometo…